Basado en el cuento escrito e ilustrado por Norton Juster:
"The Dot and the Line: A Romance in Lower Mathematics"
Escrito por: Silvia E. Isaac González
Ilustrado por: Anna Carolina Gelabert
Ilustrado por: Anna Carolina Gelabert
¿Prefieres escucharlo directamente de mí?
Por mucho tiempo, Rojo era quien solo se paseaba negando sus sentimientos por algún otro color. Era independiente, distinguido, digno, complejo y muy correcto. Deslumbraba al caminar en cualquier esquina y su sonrisa nadie la perdía de vista. Muchos otros colores se la acercaban por su increíble poder y su magnética atracción; pero él le negaba su compañía a cualquier otro color que le insinuara sentimientos. Rojo era muy terco… un duro y confianzudo. Más que creerse el dueño de todo, se creía que en realidad solo él importaba. Nadie más valía la pena en tan pequeña ciudad y se lo daba a entender a los otros colores diciéndoles que jamás serían tan inteligentes y correctos como él lo era. Básicamente él era una celebridad. Todos sabían quien era y todos sabían que solo viviría su vida entera, ya que nunca hallaría a nadie tan dotado y digno como él era. Hasta una fatídica mañana que ante sus ojos su vida cambio.
Rojo salió a caminar pensando en que haría. Se lleno de dudas ante una compleja situación y era primera vez en días que no sonreía. Caminando por las calles, los colores lo miraban, señalado que a Rojo algo le faltaba. Él miraba a los otros colores cruzándose en su camino. Los miraba con rábia, con enojo, con furía como pensando en que nunca serían algo más que lo que eran… así de sencillo. A su vez, deslumbrante y bella Amarilla se paseaba por la calle deambulando sonrisas a cualquiera que mirara. Con prisa iba, medio desesperada, energética y felíz porque pronto se encontraría con quien hacía tiempo no se encontraba.
Rojo volteo y por primera vez en su vida, a otro color miraba. En cámara lenta sus ojos a ella se le aferraban. Sonriéndo a media cara, se deleitaba de lo bella y alegre que Amarilla estaba. Fue como amor a primera vista para Rojo; algo que nunca había sentido por querer ser el dueño de todo. Su fuerza interior crecía, y entre su conciencia su confianza yacía. Miraba con un poco de intriga pensando de donde habría salido tan bella Amarilla. Poco a poco se detuvo, y se dedico a mirar. Así aprendió en realidad a sonreír e hipnotizado sin espabilar buscaba palabras cuerdas que de sus labios pudiera expresar.
Amarilla, corriendo salto a los brazos de quien para ella era el color de su vida. Azul, en sus brazos la recibía. Su sonrísa se iluminaba el triple de lo que le correspondía y sus cachetes inflados se ponían. Azul era todo para Amarilla. Era un rebelde sin causa, bobo de esos que nada sabía, de espíritu libre y mal portado por las reglas que rompía. Además, parecía vivir en las nubes o en el fondo de alguna bahía… pero nada de eso a Amarilla le importaba. Ella simplemente reída y dichosa, disfrutaba. Azul era muy leal y fiel, pero no daba la vida entera por tener a Amarilla a sus pies.
Para Rojo, ver a su color favorito en los brazos de otro le dolio. Se le rompió el corazón, que pronto aprendió que era de su mismo color. Por un momento entendío que estar al lado de Amarilla era lo que el necesitaría por el resto de su vida. Pero, ¿Cómo lo lograría?
Azul trataba a Amarilla como una simple amiga, a pesar de que para Amarilla, Azul era el amor de su vida. Y viendo esto desde lejos, Rojo quiso intentar persuadir a Amarilla, solo para ver si ella de él se enamoraría. Como todo un don juan, Rojo se acercó a Amarilla. Algo le dijo pero ella no le causó intriga. Se volteó… sí, pero lo miró sin preocupación alguna, como diciendo: “Ese no es el color de mi vida; con él jamás estaría.”
Amarilla sabía perfectamente quien era Rojo y un color como él a ella no le apetecía. Prefería ser libre, espontánea, auténtica, carismática y felíz. Nada del mundo de Rojo a ella la llenaría. Claro que él era adinerado y poderoso, pero era muy rígido para lo que a ella le gustaría. Rojo decepcionado se alejó, cabisbajo y dolido. Toda la pasión que había sentido en unos segundos por la deslumbrante sonrisa se le había perdido. Se sentía solo. Su confianza y su actitud cambiaron. Ya no quería ser tan rígido y correcto. Ya no quería ser el dueño de ‘esto’ o de ‘eso’. Tanto escucharla hablar de Azul y él insignificante ahí al lado. Su deseo de vivir se había marchitado. Lastimosamente ya nada Rojo podía hacer. Veía miserable la deslumbrante alegría de Amarilla divirtiéndose lejos de él.
Corrió lejos de la ciudad de colores a un lugar donde nadie lo podía ver. Por días no comió ni durmió. En su camino pensaba solo en lo dichosa que Amarilla sería estando junto a él, y no dejaba de pensar en la forma como alejarla de aquel color tan fiel. Se repetía a su mismo sus valores y no entendía porque Amarilla no quisiera estar con él por el resto de su vida. “Yo lo tengo todo” – decía – “¿Por qué ella de mí no gustaría?”-. De repente entro en un mundo donde color no podía ver. Era todo grís y lúgubre y su color, ni el podía saber. Se hizo amigo de dos machas que se veían exactamente iguales. Rojo les contó de donde venía. Les conto lo que le pasaba y las manchas grises no entendían muy bien de lo que él les hablaba. Por un largo tiempo Rojo en el mundo gris se quedó hasta aprender todo lo que con color en su mundo no vió. Las manchas si le dijeron una cosa que a Rojo le agradó. “Aquí tu eres diferente a lo que eres allá; aquí eres igual a lo que allá jamás seras. Intenta demostrarle a tu amada que aprendiste a ser libre y que tu personalidad es versátil. Así como puedes ser poderoso y fuerte, eres audaz, elocuente, soñador y apasionado. Se tu mismo, eres el color que muchos han soñado.”
Rojo, lleno de confianza y apasionado, se dirigó a buscar a Amarilla para demostrarle lo que sus amigas grises le habían enseñado. Rojo, practico en el camino a ser bueno y se encontró a muchos colores que necesitaban de ayuda o consuelo. El siendo el líder que era, ayudo a todos los colores que en su camino se encontrara… hasta por fin encontrarse con su amada.
Amarilla ese día seguía con Azul a su lado. Lo impactante era que ya no sonría. Había pasado no mucho tiempo, pero Azul en realidad no quería estar con ella para el resto de su vida. Rojo la saludo a lo lejos y le pregunto que hacía. Ella dudosa le dijo que no sabía. Él, tan ordenado, le preguntó si quería ir a bailar a un lugar no muy lejano. Ella lo miraba confundida; aquel color deslumbraba como antes no podia. Se volteo a mirar a su principe Azul a ver él que decía. Azul cambio de color ante tanta insitencia entre Rojo y Amarilla. Era como si al juntarse Azul con Amarilla, él se cambiara de color llenandose verde de envídia. Ella quería ir a divertirse todavía, y Azul en eso ya no la complacía. Rojo, parecía haber cambiado, y eso a Amarilla sabía que le gustaría demasiado. Azul se calmo un poco y demostro que en realidad no le importaba lo que ella hiciera. Amarilla sorprendida le dijo todo lo que en una vida no había podido. Ella de alguna forma siempre lo supo pero no se atrevía jamas a decir cosas que alejarían al que según ella era el amor de su vida. Lo llamó de todo: desde flojo y vago hasta molesto y mal portado. A Azul no le importo, se dió media vuelta y se largo.
Amarilla miro a los ojos de Rojo. Él no la miró. Trato de ser misterioso y a Amarilla eso le gusto. Juntos caminaron por la calle de la ciudad de colores. Ella sonreía como si no hubiera algo mejor en la vida. Él orgulloso y poderoso como siempre, le demostraba a todos los que veían que en el fondo su deseo y pasión eran los que realmente la pena valían. Realizaron que juntos estarían. Que juntos un nuevo color formarían, y felíces, unidos, enamorados su amor florecería.
**En la imágenes aparece el proceso del libro final; el mono, la primera encuadernación con anillado y la segunda y última encuadernación, cocido artesanalmente por la alumna.
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